Como si hubiera sido lamida, un calor emanó de adentro hacia afuera, trayendo consuelo y protección.
— Una guardiana… — Murmuré, levantándome del suelo y pasando la mano por la boca para limpiarla, palpando hasta encontrar apoyo, a pesar del mal olor. — Me duele tanto la cabeza.
Me acosté, temblando de frío, con espasmos fuertes por todo el cuerpo, mis dientes chocando con intensidad. ¿Dónde estaba él con la ayuda?
Las lágrimas seguían corriendo, lavando mi rostro. ¿Por qué me sentía tan vacía? Nuevamente, su imagen apareció con fuerza en mi mente, esa mirada intensa de sorpresa y asombro, esos ojos, esa aura…
— Amor… — Un susurro resonó en medio de mi oscuridad.
— ¿Amor? — Murmuré, toca