Mateo Acosta
Pasaba de media tarde cuando Mateo pensó que ya era hora de buscar a Marie para acordar la fecha de la boda, no podía darse el lujo de que el acostón tuviera consecuencias y los envolviera el escándalo.
Al no verla en el comedor, preguntó por ella a Cristal, pero esta tuvo a bien recordarle que, según sus indicaciones, nadie debía despertarla.
Pero eso no era aplicable para él, que ya se sentía en total control de la situación como para lidiar con lo que le arrojara ella.
Impaciente por finiquitar el trámite, Mateo tocó a la puerta en repetidas ocasiones sin recibir respuesta, por lo que se decidió a entrar.
La habitación se encontraba sola, la cama deshecha casi como cuando se marchó la noche anterior, aunque el desgarrado vestido dorado no se encontraba tirado en el piso.
Sin entender por qué, sintió cómo se iba instalando en su pecho una pesadez que le impedía respirar con libertad, paseó la mirada por su alrededor y luego procedió a abrir cajones.
Notó que no faltaban