Narra Leah ♥
Una semana ha pasado. Me siento en el suelo y tomo una florecilla silvestre pisoteada por las botas de las oficiales que nos custodian. Así me siento, como ella. Marchita, sin futuro e incompleta. Acaricio sus diminutos pétalos y miro al vacío. Las niñas están encargadas de lavar todas las sabanas, hago una mueca y me compadezco; la niñez debería ser una época feliz y bonita.
Tengo una idea. Me levanto y me acerco a ellas.
—Hola —digo. Todas me miran y ninguna me responde. No dejaré de insistir—. ¿Cómo están? ¿Qué hacen? —No logre captar su atención y siguieron arrastrando los costales llenos de sabanas—. ¿Les ayudo?<