Alicia sonrió, con lágrimas contenidas brillándole en los ojos.
 —Yo tampoco —susurró—. No quiero imaginarla.
 Dante acarició su cabello con una ternura infinita y volvió a besarla, esta vez con un amor más consciente, más decidido, como si sellara una promesa silenciosa entre ellos.
 Allí, en medio