Antes de salir, la miró una última vez.
Ella ya no lo veía.
—No pienso dejarte, Alicia —dijo con voz baja, firme, con una mezcla de obstinación y miedo—. Aunque me odies… aunque no me mires más… sigo siendo tu esposo.
Y cerró la puerta tras de sí, sin saber si alguna vez ella estaría dispuesta a