Finalmente, Alicia asintió con los ojos brillando.
—Gracias… a los dos. Por enseñarme a ser valiente. Por enseñarme que ser fuerte no significa callarse cuando algo duele.
—Exactamente —dijo su padre, poniéndose de pie—. Estés donde estés, en Milán, en Nueva York o en medio del desierto… vas a seg