Renato llega a casa de sus padres, estaciona el auto y cuando está por bajar suena nuevamente su celular, mira y cuando ve que es Kiara lo apaga directamente y lo guarda en la puerta del auto y entra en la casa.
— Mi amor, por fin llegas, dice Soledad mientras lo abraza fuerte.
Estás bien, mírame aunque creciste y seas adulto, mamá te conoce.
¿Cómo te sientes? A él se le cristalizan los ojos, siente un nudo en la garganta y una opresión en el pecho.
Renato mira a su padre y lo ve molesto, pero no puede decir nada, no le salen las palabras.
— Renato, te desconozco, yo te crié como un gran hombre, que sabe enfrentar los problemas, no para huir como un cobarde y dice esto último gritando.
Renato sentado en el sillón parece como un niño cuando su padre le llama la atención que agacha la cabeza y llora.
— Esteban te puedes calmar por favor, no ayudas de esta manera.
— Lo siento papá, dice mientras se seca las lágrimas.
Soledad le toma la mano fuerte.
No sabes papá lo difícil que