Romance creciente

Por fin era de tarde, la verdad como dueño de la naviera podía salirse a la hora que quisiera, excepto cuando su padre iba para reuniones o situaciones así; hoy era un día de esos, lo bueno que ya se iba; así que se dirigió al departamento de su pequeña, moría por verla, por tenerla entre sus brazos. 

En esos momentos Connie estaba en su departamento hablando por teléfono, el que le había hablado era&n

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