—¿De qué secuestro hablas? ¡Estás diciendo puras estupideces! —chilló Gloria con la voz quebrada, intentando esconder el pánico que ya se le escapaba por los ojos.
Apretando los dientes, tecleó furiosa en el celular y le transfirió dos mil dólares al tipo. Con el dinero, le mandó un mensaje cortante:
"Si vuelves a buscarme, olvídate de que existo. No vas a ver un centavo más."
El hombre frunció los labios, claramente insatisfecho con la cantidad, pero igual se levantó dando tumbos. Le lanzó a Gloria un beso al aire, grasiento, burlón.
—Está bien, está bien… Hoy me voy suave, mi niña linda. Pero no te olvides de mí, ¿eh?
En cuanto el hombre salió, Gloria se dejó caer en el suelo, soltando un suspiro largo. Creía que se había salvado.
Pero justo cuando buscaba alguna excusa para soltarle a César y Ana, levantó la mirada... y ahí estaba César, bloqueándole la salida.
Su voz salió tensa, rasposa.
—Ese secuestro del que habló... ¿fue el de hace cinco años? ¿Tú qué tienes que ver con eso?
Y