Capítulo 68: Un poco de sinceridad.

Negué con tristeza.

—Ya sabes que no puedo hacerlo, Nicolás —le recordé.

Acepté la realidad de nuestras circunstancias, aunque doliera en lo más profundo de mi ser.

—Bien, descansa, Eva —dijo resignado.

Intercambiamos unas últimas palabras antes de separarnos en las sombras de la noche. Sentí el vacío y la soledad en mi habitación, como si me faltara algo. Aun así, el agotamiento logró apoderarse de mí, y me sumergí en un sueño reparador.

Desperté más tarde y me sorprendí al ver a Nicolás a mi lado, durmiendo plácidamente.

Lo llamé suavemente, despertándolo con delicadeza.

—¿Qué haces aquí? —pregunté curiosa.

Él me confesó con voz suave y preocupada.

—No puedo dormir si no estás a mi lado. Temo que desaparezcas y no quiero perderte de nuevo—. Sus ojos reflejaban una sincera vulnerabilidad mientras susurraba estas palabras.

No pude evitar sentirme irritada.

—Deja de decir esas cosas—. Pero su mirada triste me hizo replantear mi actitud.

—¿Te molesta que lo haga? —me preguntó, buscando
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