Nunca serás tú ©
Nunca serás tú ©
Por: Dove Valle
Vendida

Una bella chica de tez clara y cabellos castaño oscuro hasta la cintura estaba acomodando una pila de libros en los diversos estantes de madera antigua teñidos de barniz; la pequeña librería era el negocio familiar desde que tenia memoria. Aunque las deudas incrementaron dia con dia; aun si para Emma seguia siendo un paraiso de papel y tinta. Su rutinaria labor se vio interrumpida por unos gritos provenientes de su casa; quedando la librería al lado de ésta todo se oía claramente. Se apresuró a salir temiendo lo peor y fue así; sus miedos se vieron reflejados en la realidad ante ella; su padre yacía en el piso semi inconsciente mientras tres hombres le golpeaban entre insultos. Ella intentó intervenir pero fue arrojada al piso como si de un florero viejo se tratara. Se sintio impotente ante ellos.

—Recuerdalo viejo tienes veinticuatro horas para pagarnos—el hombre tatuado soltó una bocanada de humo espeso; provocando que Emma tosiera.—O los Serpientes negras vendrán por ti—le amenazó golpeando la puerta de una patada antes de salir junto a sus compinches.

—¿Estas bien?—Emma se acercó a su padre comprobando sus heridas—. Tenemos que ir al hospital, anunció con voz firme.

—¡No!—su padre chilló.—Sino consigo ese dinero ellos me mataran.

—¿Quiénes son esos hombres?—preguntó.

—Hombres muy malos hija—le acarició el cabello con ternura.—Estás creciendo tan rápido.

—Ya tengo dieciocho papá—sonrió la bella joven. El hombre asintió; una idea se había cruzado por su cabeza mientras la joven lo ayudaba a sentarse en el sofá. La casa había quedado revuelta después de la agresión vivida por las serpientes negras.

—Puedes alcanzarme el teléfono—le pidió pensando en una solución para sus deudas; las resolvería de una vez por todas. Ella volvió con el teléfono inalámbrico en sus manos y una bonita sonrisa. El hombre mantuvo una conversación breve con su amigo en voz baja; evitando ser oído por Emma.—Hija estamos salvados—anunció su padre y ella corrió a abrazarlo—. Mi amigo puede prestarme el dinero; pero debo ir a buscarlo a su trabajo hoy mismo.

—Ya es tarde—Emma vio el reloj de pulsera en su muñeca.

—Lo se hija pero cada minuto cuenta—soltó él con premura. Ella asintió sabía que era verdad que con los mafiosos no se podía jugar; su padre era un apostador ella lo sabía, pero él y su abuela era lo único que tenía en su vida.

El lugar adonde la llevo quedaba en un barrio apartado, era una caseta de anchas puertas de madera color rojo. El bullicio podia oirse desde afuera; su padre tocó a la puerta y un hombre alto vestido de negro le abrio.

—¿Trajó la mercancía?—le preguntó a su padre y este asintió. El hombre le dio una mirada a Emma que la hizo sentirse desnuda; ella se sujetóal brazo de su padre para buscar ayuda. Pensando que la salvaria, se aferró a su brazo, pero este se limitó a sonreir, para luego de un empujón lanzarla a los brazos del hombre de traje negro y mirada sonbria, quien rio al verla estremecerse.

El padre de Emma volvió a su casa luego de comprar una botella de whisky con parte del dinero que le habían dado por vender a su hija al burdel; su madre le esperaba angustiada por la ausencia de la joven, su nieta no era así. Siempre había sido una muchacha honesta y trabajadora; la mujer mayor le contó sus preocupaciones a su hijo, quien dando un largo trago a la botella le confesó que la había vendido a un burdel para pagar susdeudas. La mujer presa de la ira lo insultó; golpeándole con sus puños para liberar la furia hasta que esta la domino; ocasionándole un pre infarto que la enviara directo al hospital.

                                                                                  ***

Emma fue introducida por un pasillo angosto; pudo oír gritos y gemidos mientras el hombre la empujaba por la espalda obligándola a caminar. Las lágrimas picaron en sus ojos al notar que había sido vendida por su padre; la dejaron en una especie de oficina con muebles tapizados de rojo y una gran alfombra en el piso. Tomó una bocanada de aire dispuesta a negociar con el hombre calvo y de bigote espeso.

—Yo podría limpiar su negocio—propuso la joven intentando mantener la compostura. El hombre se rió en su cara. Se levantó acortando la distancia entre ellos.

—Eres muy bonita para eso—dijo pellizcando una de sus nalgas.—Podre exprimirte como una naranja—. Esta vez posó las manos en sus seños y ella sintió asco;—eres toda una joya esta misma noche subastare tu virginidad.

El hombre salió dejándola sola y poco después una mujer de cabellera roja y labios de igual color; aunque escasamente vestida llegó para prepararla; le puso un conjunto de lencería blanca con detalles de encaje; maquilló su rostro y labios para hacerla lucir provocativa. Le puso aretes de perlas falsas a juego con una pequeña tiara que colocó en su cabeza. Emma supo que no tenía salvación; antes de que terminara la noche sería subastada por un puñado de dólares y entregada a un hombre para satisfacer sus instintos sexuales. No lloró aunque estaba rota por dentro. Luego de un rato fue llevada hasta el salón; donde la acostaron sobre una cama con sábanas de seda roja, cubierta de pétalos de rosas.

—El vejete vendió a su hija—el hombre tatuado había comentado para sí mismo mientras tomaba un trago.

—¿A que te refieres?—el hombre trajeado junto a él quiso saber.

—Es ella—dijo señalando a Emma—. La recuerdo bien; es una lastima lo que le va a suceder—el hombre encendió un cigarrillo y su compañero se enfocó en ella, su piel blanca esos ojos verdes enmarcados por aquella melena de un tono castaño oscuro.

—Su padre nos debe dinero—se atrevió a decir en voz alta.

—El padre de la chica te debe su alma—escupió una bocanada de humo.

—Creo que me voy a cobrar esa deuda ahora mismo—sonrió echando un último vistazo a la joven temblorosa y su acompañante sonrió al comprenderlo,

—Creo que será una buena adquisición para las serpientes negras.

La hermosa joven comenzó a ser subastada; las paletas eran elevadas por diversos hombres ansiosos por despojarla de sus escasas prendas y saborear su desnudez. Cuando Emma lo creía todo perdido, mientras se sumía en un mar de lágrimas las musica dejó de sonar, entonces lo vio quizás era el hombre más apuesto sobre la tierra; era alto fornido de cabellera oscura y tez clara con una barba bien recortada. Su cabellera negra y lacia era solo un poco más larga de lo habitual; estaba luchando cuerpo a cuerpo con los guardias de su carcelero y cuando todos estos cayeron. Fue por el viejo calvo quien refunfuñaba una serie de improperios.

—¡Ella es mia!—le gruño lanzándole un puñetazo a la cara—. Y no te atrevas a desafiar al jefe de las Serpentes Negras; o esta noche te irás con el barquero.

Lo siguiente que Emma pudo ver era que el hombre apuesto subía los escalones de dos en dos; hasta llegar a ella. Tomó un pañuelo de su bolsillo y le limpió las lágrimas junto con el exceso de maquillaje; quedando preso de su belleza cautivadora. Era hermosa joven y encantadora; seria una esposa perfecta, ella no tenía nada que perder, su padre la había vendido a un burdel; él era un mafioso pero le ofrecía una vida mejor seria su esposa ante todos y aunque era un mero contrato también tiene sus beneficios; tendría un techo comida y cuidados. Cuando el matrimonio acabara se aseguran de darle su libertad junto con una jugosa pensión para que se mantuviera dignamente.

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