3.

Más tarde ese mismo día, Papá ayudó a Leandro a subir sus cosas a su habitación. Luego se fue a la casa de su mejor amigo, un tipo que es dueño de varias firmas importantes en la región. Bueno sí, nosotros pertenecemos a ese círculo de gente importante de la ciudad. Papá es amigo de gran parte de las personas más influyentes ya que él es un empresario reconocido, es dueño de una constructora, de almacenes en cadena y de varios hoteles, todo esto heredado de mi abuelo. Él es alguien sociable, agradable y chistoso, no se lleva mal con nadie. Mi madrastra es un poco más sencilla, ella proviene de una familia humilde y me llevo mejor con ella que con mi papá, ella me trata bien y siento que puedo contarle cualquier cosa.

Nuestra casa tiene dos niveles, siete habitaciones, tres baños y medio, una cocina enorme, dos salas de estar, un comedor y una oficina, la usa papá a veces. Ahí guarda sus vinos y botellas ostentosas. En la parte de atrás, hay una piscina que poco uso y también hay un espacio donde papá hace sus fiestas llenas de ricachones hambrientos de poder. No sé cómo se junta con esa clase de personas, son muy diferentes a él. Ellos son ambiciosos y están acostumbrados a tener a todo el mundo a sus pies, humillan a la gente a diario. Papá no es así.

Mi madrastra me dijo que ayudara a Leandro a desempacar sus cosas. Después de un rato, cuando al fin me digné a levantarme a ayudarlo, salí de mi habitación y entré a la suya. Él estaba asomado por la ventana, miraba fijamente a algo que estaba afuera. Me apoyé de espaldas al borde de la puerta.

- ¿Qué miras allá? – Pregunté, él se asustó al oírme.

- No, no es nada. Solo estoy asombrado. – Dijo mirando de nuevo hacia afuera.

- ¿Por qué?

- No me imaginé que mi mamá vivía de esta manera. Esta casa es increíble, no se compara con el lugar donde crecí. Mi casa era de madera, era grande igual pero muy sencilla. Aquí cada rincón tiene algún detalle, y hasta tienen sirvientes. ¿Cómo te acostumbras a vivir así?

- Pues, no sabría cómo responderte a eso. Siempre he vivido de esta manera, no sé cómo sería acostumbrarme a otra cosa. No considero que sea algo tan bueno como lo piensas. – Le dije y me senté en la cama.

- Me imagino que has tenido todo lo que alguien podría desear,

¿Cómo no estás feliz por eso?

- No creo que… - Me interrumpió y se sentó a mi lado.

- Lo veo en tus ojos, eres un chico raro. – Me miró sonriendo y apoyó su mano en mi pierna, abrí los ojos nervioso y me puse de pie.

- Tal vez sí, no lo sé. Me voy. – Dije y salí rápidamente, me encerré en mi habitación.

Me pareció muy de mal gusto que hiciera eso, ni lo conozco bien para que se tome esas atribuciones. No entiendo por qué me puse tan nervioso, pero era mejor evitar malentendidos e irme de ahí. Creo que me irá mejor no teniendo una relación cercana con él.

En la noche me puse a leer una novela de filosofía muy buena, estaba junto a la piscina. Suelo sentarme en una banca que está ahí cerca para leer, me relaja y nadie me molesta. Vi que llegó Pascual junto a Alba, ellos dos son unos conocidos de la escuela, me consideran su “amigo” pero yo no puedo llamar a nadie así, esa cercanía es frustrante.

Pascual es alto, algo musculoso, pero no tanto, es trigueño, cabello oscuro, tiene dieciséis años y juega en el equipo de fútbol, es conocido por todos. Es alguien agradable, sincero y sobre todo y más importante, es inteligente, por eso pasaba tiempo con él. Alba es una chica dulce, amable, es bonita y creo que por eso es que llama tanto la atención de todos, es blanca, tiene el cabello castaño largo y ojos claros, a ella la conocí en uno de los cursos vacacionales de filosofía, nos llevamos bien de inmediato. Ellos se acercaron y se sentaron junto a mí.

- Suelta los libros un rato, no es sano estar leyendo todo el tiempo. – Me dijo Pascual quitándome la novela que leía.

- Sí, ahorita tu piel se va a volver de papel. Estábamos aburridos y por eso vinimos a verte. ¿Quieres ir a beber algo? – Dijo Alba sonriendo.

- Adentro papá tiene varias botellas, entremos.

Caminamos hacia adentro, María los saludó y nos sentamos en la sala de estar, beber me parece agradable si estoy escuchando música o si estoy sentado relajado, me desestresa. Lo hago ocasionalmente.

- Creo que sucedió algo con Camila. – Dijo Pascual emocionado.

- ¿Qué pasó? Cuenta de una vez. – Dijo Alba alterada.

- Antes de entrar al salón de clases, me miró y sonrió, luego siguió caminando.

- Wow que emocionante eso que dices. No le gustas, eso se nota. Deberías salir con la chica de intercambio que te escribe mensajes. – Dijo Alba.

- No, ella es muy fea y no me merezco eso. Creo que seguiré igual que siempre.

- Follando con desconocidas, te desperdicias hermano. – Le dije.

- Mira Cristóbal, tienes que dejar de ponerle el drama a los temas sexuales y dejar de ver toda la vida como si fuera un poema, no lo es y eso de follar por amor hace rato ya pasó de moda, después que me cuide no pasa nada. No me hace más o menos persona hacer lo que hago.

- Eso dices porque no has follado con alguien que quieras estúpido, te veré diciendo otra cosa cuando te enamores. – Dijo Alba.

- Habló la santísima virgen, la que no folla cuando está aburrida. – Añadió Pascual sarcásticamente. – Tú perdiste la virginidad primero que yo.

- Fue con mi primer novio, no con una chica con quien hablé por diez minutos y luego boom, directo al baño de la discoteca.

- Ya, hasta aquí de temas moralistas, me estresan. No sé cuándo se volvieron católicos ustedes dos.

- judía, le querrás decir a ella. – Dije señalando a Alba.

- No voy a esa iglesia desde hace años, ¿algún día dejaran de molestarme por eso?

- No, nunca. – Dijo Pascual burlándose de ella. – La sangre judía corre por tus venas.

Luego vimos que pasó Leandro hacia la cocina, ellos dos no disimularon nada, lo miraron descaradamente.

- ¿Ese es tu hermanastro? ¿el que dijiste que vendría a vivir aquí? – Dijo Alba y tenía muy abiertos los ojos, ya sé que tramaba.

- Sí, ese es. Se llama Leandro.

- ¿Puedo acercarme a él en un futuro? Uno de mis primos quiere estar con un rubio. – Dijo Pascual con una mirada maliciosa.

- No lo sé, es tu problema.

- ¿En serio dejarías que este descarado le presente tu hermano al primo gay? Deberías defenderlo de personas como él. – Dijo Alba seriamente.

- No es mi hermano, ni lo conozco. El culo es de él.

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