Amber.
Escucho como ese fastidio andante se ríe de mí pero no puedo decir nada ya que las vistas me pueden escuchar, dejo el palo de golf detrás de la puerta y apartó el banquillo con el pie pongo mi mejor sonrisa y abro la puerta.
-Hola, buenos días pasen.
-Buenos días señorita Amber.
El señor Alfred pasa y mira con enojo a su hermano que sigue sentado en la mesa desayunar como si nadie hubiera llegado.
-Sabes cuánto tiempo te estuve buscando.
-No y no es el lugar para discutir lo.
Alfred frunce el rostro, me mira a mi y luego a su hermano, esa mirada me produce un escalofrío.
-Acaso ustedes están saliendo o son algo.
Eso ase que Angel se atragante y comience a tocer, me imagino besándome con ese odioso un escalón recore mi cuerpo, arrugó mi nariz con asco.
-¡Ihu!
Angel me mira con enojo y se levanta de