Entro al apartamento arrojando las llaves con frustración, me recuesto de la puerta, paso una mano por mi cabeza y con la otra suelto un poco mi corbata. Me siento asfixiado, ésta noche fue todo menos relajante, tengo que tomar acciones urgentes con Martha.

Busco en mi agenda el número de mi primo Ronald, es uno de los mejores abogados del país, confío pueda guiarme en esta situación, tomo el teléfono y marco, después de un par de repiques.

— ¡Primoo! ¿Cómo estás? ¿En qué puedo ayudarte? —

—Hola primo no tan bien como quisiera, ¿tu como estas, la familia? —

—Nos encontramos bien, gracias, pero,  ¿Qué paso primo?... Por tu tono parece algo serio. —

—No te voy a mentir, estoy en una situación bastante complicada y necesito de tu ayuda—