Pov Lea
Al llegar a casa el hombre de mi vida, aún se encontraba despierto, con unas enormes ganas de jugar, mientras yo...apenas podía sostenerme en pie, me sentía agotada, mis pies dolían y mis párpados pesaban.
—¡Mami! !mami! ¿Estabas con tu jefe?
Pregunto Dante luego de haber llegado, a pasado días preguntándome por el señor mastronardi, a lo cual solo me limito a hablarle de mi trabajo, ni mi madre, ni mi hija saben sobre el falso noviazgo.
—Así es, se nos hizo algo tarde.
Mentí, por supuesto mi madre no era tonta y por la forma de vestir, era lógico que no estaba en la oficina.
—Pequeño, ve a lavarte los dientes para luego ir a la cama
Mi madre se coloco casi en cuclillas para hablarte a Dante, quien sonrio abiertamente ante sus palabras y aisntiendo se marchó al baño.
Mi madre se veía algo cansada pero aún así, haciendo una leve seña, me invito a tomar asiento en uno de los sofás de la pequeña sala de nuestras casa, para conversar un poco.
—Lea, se que no me gusta que me involu