Noches junto al diablo
Noches junto al diablo
Por: Jessisaylu
Capítulo 1.

¿Cuánto estarías dispuesta a perder por amor? Bueno, yo… Lo perdí absolutamente todo.

Mientras subía en un avión barato en la clase turista, miré por la pequeña ventanilla a mi lado, despidiéndome de forma silenciosa de la ciudad de Nueva York, a la cual no planeaba volver jamás.

Supongo que nadie hubiera esperado verme en un avión barato, pero desde hace varios años que me había despedido del lujo que siempre caracterizó a mi familia, y si había alguna cosa buena que podía sacar de todo esto, era que me volví más humilde después de casarme, vivir en medio de la pobreza y solo con “amor” te vuelve de esa forma.

Mi nombre es Adele, hasta hace unas horas Adele Richie, y ahora nuevamente Adele Mayers, la hija bastarda de la familia Mayers, una de las familias más conocidas por su dinero y buena reputación…. Bueno, antigua buena reputación hasta que me casé y los llené de vergüenza, terminando en este estúpido resultado.

Después de un viaje incómodo y algo ruidoso rodeado de tantas personas, llegue a casa en San Francisco al amanecer, donde los recuerdos se amontonaban y me hacían sentir miserable. No sé si estoy preparada para afrontar todo esto, pero no tengo opción.

No esperaba un recibimiento con flores y vítores, pero fue un poco decepcionante saber que no había nadie fuera del aeropuerto esperando por mí, así que trayendo conmigo mi pequeña maleta, que era lo único que había obtenido de mi fallido matrimonio, salí del aeropuerto y tome un taxi que me llevara a Pacific Heights, donde estaba la mansión de mi familia.

La ciudad estaba cambiada pero a la vez seguía siendo la misma, supongo que ese es el encanto de San Francisco, tener tanta innovación, y a la vez mantener su esencia con su arquitectura victoriana y sus edificios antiguos. Todo había cambiado, y a la vez se sentía igual…

Llegué a casa después de un par de minutos, en Pacific Heights la mansión de mi familia era uno de los edificios más pequeños pero más antiguos, ya que este lugar fue construido en los años 20, y desde entonces no había recibido ningún cambio, solo renovaciones. Bajando mi maleta con cuidado, me acerque a la mansión por la puerta trasera, esa que estaba reservada para la servidumbre.

No había mucho personal en mi casa por estos días, ya que durante todo el mes de marzo mis padres salían de viaje a Las Bahamas, el lugar favorito de mi madre para celebrar su cumpleaños, así que toda la servidumbre tenía el mes libre, regresando pocos días a la mansión para mantener todo en orden y cuidar de las plantas de mi padre.

Aun así había una persona que siempre se quedaba en casa, el cuidador llamado Ramón, quien abrió para mí la puerta, y me saludo de forma calurosa. Él me conocía desde que yo era una niña, había estado aquí antes de que naciera, y probablemente se quedaría trabajando en casa hasta que no tuviera más fuerzas, era uno de los empleados más antiguos. Me sentí bien ser recibida de esa forma aunque sea por alguien, como si aunque sea una sola persona se alegrara de que estuviera de regreso.

Llevando mi equipaje por mí misma entré a la casa vacía, la cual estaba limpia, pero no había ni un solo ruido o luz en el interior, era aterrador. Según me habían dicho mi habitación estaba intacta, y al saber que iba a regresar mis padres le habían pedido a las mucamas que limpiaran todo para mí, así que subí las escaleras de la mansión y fui a la última puerta del pasillo a la izquierda.

Entrar en mi vieja habitación me hizo sentir como si volviera en el tiempo hace 5 años, cuando era una niña con esperanzas. Me senté en mi vieja cama con cansancio, mirando toda mi habitación en silencio, enfocando mi mirada en mi viejo escritorio, donde todavía estaban los libros de admisión a las universidades a las que pensaba aplicar cuando tenía 18 años. Aunque claro, eso nunca ocurrió.

A veces antes de dormir me preguntaba, ¿Qué hubiera pasado si nunca hubiera conocido a Peter? Probablemente mi vida hubiera sido mejor… O tal vez peor.

—No, definitivamente sería mejor —susurré cansada, acostándome en mi cama somnolienta.

Poniendo una mano en mi abdomen cerré los ojos, quedándome dormida en pocos minutos.

***

Volver a casa después de tanto tiempo tendría sus consecuencias obviamente, mis padres no habían aceptado que regresara así como si nada, habían puesto condiciones, y una de ellas era casarme con un buen hombre y terminar mis estudios.

Supongo que en mi familia no se toma a bien a las mujeres como yo, buenas para nada que no se han casado y ni siquiera terminaron correctamente la escuela, así que la condición de mis padres fue organizar otro matrimonio arreglado con un amigo de la familia, y casarme con él en tres meses, antes de volver a dar mis exámenes para la universidad y terminar mis estudios.

Así que ahora estaba en eso, sintiendo que no tenía otra opción, mientras me maquillaba y me ponía un vestido viejo que había sacado de mi armario.

¿Quién podría querer casarse conmigo? Supongo que esa es la verdadera pregunta importante aquí. Todas las personas que me conocían sabían lo que hice, que estoy divorciada, que abandone a mis padres y le di la espalda a mi familia, traicioné a mi primer novio y rompí el acuerdo de mi primer matrimonio arreglado, que trabaje como una chica pobre en Nueva York por casi 5 años… En serio, ¿Quién podría querer casarse conmigo?

Mientras esa idea se hacía en mi mente, llenándome de dudas sobre mi nuevo “prometido”, vi que un auto se había estacionado fuera de mi casa, esperándome para llevarme a mi destino. Después de darme un último vistazo en el espejo, salí de la mansión con rapidez.

De cierta forma me sentía obligada a aceptar esta cita, no por que verdaderamente estuviera interesada en casarme de nuevo, acababa de divorciarme hace tan solo un día, pero tenía que encontrar apoyo monetario ahora más que nunca, y al ser esta la única condición que pusieron mis padres para ayudarme, me sentía presionada para hacerlo.

Sin decir nada me subí al coche negro que me esperaba fuera de casa, el cual arrancó al instante y me llevó en dirección a Nob Hill. Era bastante tarde por la noche, así que había pocas personas en las calles, aun así me gustó mirar por la ventana los negocios cerrados y las calles ligeramente iluminadas por las farolas, todo estaba lleno de recuerdos aquí...

—Señorita Mayers, se encuentra en su destino, por favor suba hasta el último piso de la torre —me indico el chofer, parando frente a uno de los edificios más altos del lugar.

—Entendido, gracias.

Forzando una sonrisa nerviosa, bajo del coche y entro en el lujoso edificio, donde nadie pidió mi nombre o mi indicación, me dejaron pasar como si me estuvieran esperando. Hice mi camino hasta uno de los ascensores, el cual usé para subir al último piso como me habían indicado.

—Tranquila Adele, solo es una cita… —me dije a mi misma.

No solo estaba nerviosa por conocer a mi nuevo “prometido”, también me moría de miedo ya que era la primera cita que tenía en más cinco años. Mi vida amorosa había sido lamentablemente corta gracias a mi primer matrimonio arreglado y mi relación con mi ex marido, así que me sentía como una chica tonta asustada por conocer a un hombre.

Finalmente después de un silencioso viaje por el ascensor, escuché el sonido de una campana, y las puertas del ascensor se abrieron para mí. Levantando la mirada lentamente, me topé con unos fríos ojos azules, enmarcados en un rostro duro pero de facciones hermosas, con un hombre de cabello dorado peinado a la perfección.

Yo lo conocía bien...

—¿Iván? —pregunté casi sin aliento, sumamente sorprendida al verlo.

—Hola Adele —dijo él, con su voz tan ronca y seductora.

¿Qué está haciendo mi antiguo prometido aquí?

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