Capítulo 31: Mi corazón es de piedra.
Judea estaba furiosa y su enojo era evidente en todo su rostro.
Aron y León intercambiaron miradas, compartiendo el sentimiento de que Isaac careció de tacto en esta situación.
Laila se sentó al margen, disfrutando en secreto del caos. Observó la situación y concluyo que, lidiar con una chica maquinadora como Judea, requería a alguien con lengua afilada como Isaac. Apreciaba su habilidad para identificar y manejar estas situaciones como todo un experto.
Después de ver lo molesta que estaba Judea, Aron no pudo evitar sentirse angustiado. Trató de consolarla diciendo:
—Ju, no dejes que te afecte. Tus empanadillas están deliciosas, mucho mejores que las empanadillas de Simona. Me gustaron de verdad.— Tomó algunas empanadillas, fingió deleite y las consumió todas para demostrar su punto.
[Las habilidades de actuación de Aron me dejaron sin palabras.]
[No siento que esté disfrutando de algo delicioso sino, más bien, tragando vene