Abrí los ojos lentamente siendo consciente de lo débil que sentía mi cuerpo.
Fruncí el ceño intentando enfocar mi mirada en la sombra borrosa que tenía frente a mí.
Y cuando lo logré, mi corazón dio un salto en el pecho.
Jeremy estaba durmiendo a mi lado. Su rostro tranquilo permanecía a pocos centímetros del mío.
Me deleité unos segundos con su belleza: sus gruesas cejas, su respiración suave, sus labios carnosos entreabiertos.
Era un hombre muy guapo.
Un pequeño pinchazo en mi vientre me distrajo e hizo que soltara un pequeño jadeo.
Sin embargo eso fue suficiente para que sus párpados dejaran expuestos sus curiosos ojos.
-Buenos días- murmuró con voz ronca.
Joder. No sabía si eran las hormonas o qué, pero sentía la terrible necesidad de lanzarme a sus brazos y besarlo.
¿Qué me pasaba?