El gran oso de felpa

Salí a la empresa para despejarme después del bochornoso incidente que provocó la mocosa de mi hijastra. Cómo era posible que se hubiera atrevido a tanto, llegar en esa facha a mi habitación, con apenas algo de ropa sobre su cuerpo, acostarse en mi cama y pasarse el dedo por entre… y, para colmo, la dependienta reconoció el conjunto de ropa íntima que Valentina llevaba puesta. Fue eso, y no otra cosa, lo que la convenció de que yo debía ser un pervertido que mete a colegialas en su mansión para acostarse con ellas, les compra ropa íntima y otra clase de disfraces eróticos, y hasta objetos. 

Y después, la muy descarada, llega como si nada hubiera pasado a decirme que armó ese lío, por el que hubiera podido ser arrestado y señalado por la prensa de pedófilo, ¡porque quer&ia

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