125| Alex.
La casa de mi hermano era ostentosa; recuerdo que la había comprado en una subasta cuando su carrera de modelaje estaba en su auge más grande, cuando era uno de los modelos más importantes de América y uno de los diez más importantes del mundo.
— Pero mira nada más — dijo Federico — . Es una casa muy bonita, creí que tenía mal gusto — lo retó mi hermano, pero se respiraba un ambiente tan tenso que ninguno de los dos sonrió siquiera.
— ¿Ahora sí me dirán qué está pasando? ¿Por qué esa mujer dijo eso? — me acerqué a Yeison, tomándolo del brazo y sentándolo en el mueble.
— Cuéntamelo todo.
— ¿Acaso ella no te lo contó? — respondió él. Aproveché aquella situación.
— Verás, estábamos bastante ocupados, no hablamos mucho.
Vi cómo sus mejillas se fusionaron en rojas.
— No le hables así — me pidió Federico con un tono enojado. Lo señalé con el dedo.
— Dejen de tratarme como un estúpido. Prefiero que me digan ahora qué es lo que está pasando.
— Que somos hermanos — soltó Yeison con rab