GRACE
Río para mis adentros. Declan es demasiado alto y corpulento para las sillas de la sala de espera, aunque parece estar cómodo, con los brazos extendidos a cada lado y los tobillos cruzados.
Es increíblemente guapo, como para babear. Recién salido de la ducha, con una sudadera azul con capucha, jeans y zapatillas, su deliciosa fragancia llega hasta aquí. Es difícil seguir molesta con él.
—¿Te gusta lo que ves?
—No veo gran cosa.
—¿Quizás deberíamos ir a un lugar un poco más íntimo para que puedas mirar más de cerca?
No puedo creer que esté haciendo esto frente a mis compañeros.
—¿Estás haciendo tu pequeño show para Mariela?
—¿Necesita algo, señor Miller? —pregunta Mariela con una