CAPÍTULO 04

No puedo más, enserio.

¡Quiero salir de aquí!

Con el vaso de hierro tocó la puerta repetidas veces, en un vano intento de parecer una prisionera.

—¿Puede dejar de hacer eso? —Mi jefe me observa como si hubiera perdido un tornillo, la verdad me da igual, yo sigo en lo mío. Golpeando la puerta con el vaso de metal como en las películas viejas que papá solía poner todos los domingos por la televisión.

—Enserio va a hacer que la eche. —Dejo el vaso de lado. Un mosquito me pica y de inmediato lo ataco, logrando que me quedé un morado en el brazo y que el muy desgraciado se vaya volando  con cierta burla.

—¿Va a continuar con su estrategia? ¿No me va a hablar?

Ignoro de forma olímpica al hombre que me mira con una expresión de burla en el rostro.

¿Un resumen de lo que pasa? Sencillo, por la mañana me desperté muy alegre, hice mis quehaceres y prepare la comida, ¿Cómo no hacerlo? Si hoy se estrenaba en N*****x la nueva serie de las gotas en verano.

Pase toda la semana hablando de ello y Daniel dijo que podría verlo siempre que culminará con todo lo que está específicado en el contrato.

Eso hice, ah... Pero como nada puede ser perfecto, el hombre con el que vivo le dió por probar un aparato nuevo que consume luz lo que llevo a qué hubiera un corto circuito y nos quedamos sin luz por más de tres horas y media.

Llamo a los técnicos y los muy bestias, no quieren salir de sus casas por miedo a contaminarse.

Y aquí estamos en la dulce espera de que el super genio de Daniel Mendez repare todo siguiendo las instrucciones que dan en la internet.

—¿Acaso es tan importante esa serie? Hasta donde tengo entendido solo será un spin-off de una que de verdad valió la pena ver.

Gruño.

—¿Acaso era tan importante que probará su aparatito ese? ¿Qué sentido tiene una enorme cosa de metal? —digo, pateando la máquina, ¡Aush! Me va a dejar un dedo hinchado.

Salto en un pie mientras el moreno se ríe de mí dolor. ¿Desde cuándo se ha creído con la libertad de burlarse de mí?

Ah, sí, desde el momento que me quedé encerrada en su estúpida casa de verano sin dólar en mi bolsillo.

Lo detesto.

—Para que te quede claro, ese aparatito que pateaste es una planta eléctrica capaz de generar suficiente luz como para un pueblo. —Ñiñi ñiñi ñi ñiñi, repito para mí mientras busco una bolsa de hielo. —Y aunque en tu mente se encuentren jugando dos cucarachas al poker, estoy seguro que cuando se les vaya la luz, hay también podrán alumbrar ese espacio gracias al aparatito ese...

—Hay si tú... Porque a de ser que las tuyas cuentan dinero. —El moreno se gira para verme con una ceja alzada y enmudesco.

Pensé que lo había dicho dentro de mis pensamientos, pero al parecer no fue así porque con una sonrisa tétrica se acercó a mí.

—Yo no tengo esos asquerosos insectos en mi cabeza, porque no tengo tiempo para ello. Pues, sino  te has dado cuenta mi cerebro está en completo uso cada día mientras cuento la cantidad de ceros que tengo en mi cuenta bancaria.

Uh... Eso dolió, mucho.

—Ahora, sino es mucha molestia. Necesito que intentes encender la bombilla que está en la cocina a ver si ya llegó la luz.

No lo pienso ni un segundo antes de salir corriendo a dónde me ha mandado. Esto de pasar mucho tiempo encerrados juntos me está haciendo daño.

Enciendo la bombilla que ha dicho y la misma hace un sonido, seguido del estallido dentro de la misma.

Grito, porque por supuesto soy una cobarde de primera y porque pude morir si hubiera estallado quebrándose.

—¿¡Que sucede!? —grita eufórico el moreno, pero como no se ve nada me lleva por delante haciendo que caiga de cara al suelo. —¿Estás bien? —Tantea a los lados y es cuando siento algo tocarme el culo.

Carraspeo.

—Quite su mano de mi culo, por favor. —Lo hace de inmediato.

—¿Cuál? —chistosito él,— Digo, disculpe. —Se excusa de inmediato.

Ahora soy yo quien tantea alrededor, primero chillo porque me cortado el dedo con un cuchillo, luego me asqueo porque tocó algo viscoso.

—¿Que huele así? —indaga mi Jefe, no logro verlo, pero no le cabe la duda que está por llegar a la puerta por el sonido de su voz.

—¿A qué huele? —pregunto.

Enciendo un palillo de fosforo y con una sonrisa en mi rostro busco la linterna que tiende a estar guardada en la segunda gaveta de la cocina.

Mi jefe es un poco paranoico y guardo una en sitios estratégicos que es casi en todo el lugar. Me da miedo un día despertar y que haya guardado una en mis entrañas para tenerla segura.

—¡El pavo! —chillo, olvide por completo que lo había dejado en el horno, esa era la cena sorpresa.

—Ni voy a comentar nada acerca de eso, —busca la otra linterna que está cerca de la televisión y la enciende. —Terminare con el cableado, busque una bombilla cambie la que se quemó y por favor, haga una cena decente.

Dicho eso se marcha.

Gracias a Dios, no soportaría más con ese tipo por estos lados. ¡Que le den!

—Por cierto, —grito asustada y dejó caer la linterna en su pie, haciendo que gruña y maldiga. —¿Por qué no puede ser normal? ¿Que hice para merecer esto?

—Que voz... —Murmuro para mí, o eso creo.

—Mejor cállese, —me da la linterna y se da media vuelta. —Siga con lo suyo que yo voy a seguir con lo mío.

Cojea cada que camina, trato de no reírme. Mi teléfono suena y soy capaz de escucharlo, voy en su búsqueda para saber quién es y me sorprende cuando noto que es de nada menos que de mi hermano.

—El número que usted marco no está disponible por favor intente más tarde. —Sueno como la contestadora y él de inmediato se ríe.

—Ada, sé que eres tú. No te preocupes no voy a cobrar aún lo que gastaste de lo cuenta.

—Oh, que generoso. —Y si que lo es, algo debe de querer para perdonarme tan fácil. —¿Que quieres?

Sé que está sonriendo, puedo sentirlo, no sé cómo, pero sé que lo hace.

—Hermanita, como bien sabrás no puedo salir de la Empresa porque al parecer han puesto todo en cuarentena... Y para mí desgracia eso ha agarrado hasta mi sitio de trabajo.

—No des tanta vuelta que me aburro, —comento. Tengo una cena que hacer y un jefe molesto que posiblemente me este maldiciendo.

—Bien, necesito que me mandes fotos de mujeres desnudas desde un número diferente al tuyo.

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