Capítulo 01

—Ya estoy lista mamá — Mientras ella me observa de pies a cabeza, mientras yo estoy tratando de estirar las arrugas de mi blusa blanca con rayas celes verticales muy finas, mi pantalón de vestir azul marino, junto con mi cabello rubio con pequeñas hondas caen hasta mis caderas y también veo el reflejo de mi rostro sobre el brillo de mis zapatos de tacón alto, aún recuerdo que desde esa época nunca más volví a usar unos de tamaño bajo, cada cosa que pasa en mi vida siempre me lleva a recordarlo.

—¿Estás segura, cariño de toda esta locura? — Me mira de una manera que me parte el corazón, tiene miedo que todo termine mal, pero necesito hacerlo, llevo años con esta pesadilla y este sentimiento de culpa que me está carcomiendo hasta los huesos, estoy cansada de tener miedo, no puedo seguir con esto clavado en alma, quiero verlo, más bien necesito verlo y saber si tengo o no posibilidades de recuperar su amor, aunque tal vez no me lo merezco.

HACE SIETE AÑOS

—¡Ya basta Sebas! Me voy a terminar haciendo encima — Mientras me baja de su hombro me tenía cargada como un maldito hombre de las cavernas, solo le falta darse golpes en el pecho y hacer ruidos extraños, juro que a veces lo quisiera matar. Pero solo a veces.

—Ya mi princesa te bajo, — Me abraza, me toma de la cintura y me da esos besos que hacen que todo dentro de mí tiemble junto con mi cuerpo que se hace gelatina ante su tacto, él nunca me ha presionado para ir más allá, más bien soy yo quien últimamente me siento extraña como queriendo aprovechar todo el tiempo del mundo a su lado, nunca sé en qué momento todo este sueño se podría acabar.

—¿Sabes que te amo Sebastián Rentería? — Mientras lo enredo con mis brazos y me adueño de la parte de atrás de su cuello y acaricio con mis dedos su cabello.

—No lo sé, hoy no me lo has dicho — Él ilumina mi vida con su enorme sonrisa.

—Son las ocho de la mañana cariño, pero TE AMO, TE AMO, TE AMO y mil veces TE AMO.

Y soy yo con quien devora sus labios, aunque tengo que casi saltar para alcanzarlo, pero él ayuda inclinando su rostro hacia mí para luego pegar su frente contra la mía, es tan adorable mi grandote.

—Ya deberían entrar a clases después el entrenador te regaña Sebas. Y más por andar con tu noviecita la enana — Juro que escuche un bufido de parte de mi Sebas, punto uno no le gusta que le digan Sebas eso solo lo hago yo y punto dos odia que me digan enana solo porque él es un gigantón, pero es que Lena saca de quicio con solo escuchar su voz, pero la entiendo la envidia que siente hacia mí es demasiada, quien diría que el patito feo de la escuela terminaría ganándose el corazón del capitán de futbol, presidente de la clase y director del periódico del último año de la preparatoria.

—Lena en primer lugar no necesito niñera que me ande diciendo la hora de entrar a clases como si fuera un niño, en segundo lugar, nada de Sebas eso solo lo hace mi preciosa novia — Mientras me abraza por la espalda y juro que todos los colores se le subieron al rostro de la Barbie de plástico con su cabello tan rubio y esos bubíes que deben tener más relleno que el asiento de la camioneta vieja de papá.

» Y por último y no menos importante a mi novia la respetas nada de enana, Valeria es su nombre ya métetelo en el cerebro si es que algo queda por ahí.

Si creen que me molesto por como mi Sebas le habla están equivocados no soy una tonta, muy por encima que los que muchos piensan por mis dichosas trenzas de colegiala, mis enormes lentes o frenos que traigo encima no tengo un pelo de tonta, no sé cuándo ella lo entenderá, Lena junto con su club de demonias me hicieron la vida de cuadritos desde que pise esta escuela por primera vez, pensando inútilmente que yo sería una más del grupo que se dejarían pisotear y gracias a esa revolución que termino siendo mi rebeldía sobre su reinado de maldades que se les había acabado con mi llegada y bueno algo si tendría que agradecerles, ya que gracias al trato que quisieron tener conmigo termine llamando la atención de mi grandote.

—Vamos princesa — Y toma mi mano caminando y saludando a todo el mundo, yo volteo mientras el saludo a sus amigos y le saco la lengua a Lena, si lo sé es un acto algo infantil, pero adoro ver su cara de enojo viéndola zapatear como una niña cuando hace berrinche.

Cuando es el receso y me voy a los servicios a lavarme las manos para luego ir a comer con mi novio, y de pronto siento un golpe en mi hombro derecho y me pegan contra la pared es la perra de Lena y sus demonias con una sonrisita, estas están locas todavía no me conocen.

—Un día de estos Vanesa Parker, un día de estos arrancaré esa sonrisa de superioridad que te manejas, un día de estos caerás y ahí estaré yo esperando con los brazos abiertos por Sebastián y juro que lo tendré comiendo de mi mano y arrastrándose a mis pies.

Aunque tiene mi polera enredada en su puño yo solo sonreí y cierro los ojos, viendo si al abrirlos ya se largaron.

» ¿De qué te ríes maldita? — Y es verdad estoy sonriendo, pero es tan bruta que no se da cuenta de que más bien me estoy burlando de ella por lo descerebrada que es.

—Me rio porque me da la gana, tú y tus amiguitas están perdiendo el tiempo, Lena ¿No sientes pena de ti misma?, andar esperando por mis migajas, por mis sobras. Ni en tus sueños podrás tener algo con mi grandote, además ya entiende quiérete un poquito, ese hombre está loco por mí y eso ni tú ni nadie lo va a cambiar nunca. —Eso sonó engreído y hasta algo petulante de mi parte, pero así son las cosas con ella, tengo que aterrizarla y hacerla ver cuál es su lugar en la vida de mi novio.

—Te odio con todo mi ser, ojalá un día desaparecieras de nuestras vidas, antes que tú llegaras yo era la ama y señora de este lugar y estaba a muy poco de lograr estar con él  e inclusive todos los malditos nerds  y desadaptados de esta escuela temblaban cuando me veían pasar, y ahora solo se burla de mí ¡Eres una maldita Vanesa, te odio! — Yo solo la  tomo de su muñeca y la retuerzo hasta que me suelta y sus gritos se oyen en todo el baño sus amigas quieren intervenir, pero la mirada que les lanzo terminan por hacerlas retroceder

—Me importa un comino lo que pienses, me da igual si me amas o me odias, pero eso si te digo no te metas con aquellos que crees inferiores, porque en realidad quien es diminuta y así de pequeñita como una cucaracha eres tu cariño.

—¡Suéltame, suéltame maldita me estás lastimando! — Ante su grito de dolor termino soltándola.

Aún recuerdo la primera vez que empezó con su intento de intimidarme, creyendo que sería una más de sus víctimas

—Recoge esos libros cuatro ojos — Luego de haberme golpeado al pasar y terminar lanzando mis libros al suelo, me enoja ese tipo de personas, que mayormente hacen sentir mal a los demás y humillarnos para así olvidar su propia miseria.

—Más bien tú deberías recogerlos, ya que tú me empujaste haciendo que se caigan — Me cruzo de brazos observando su cara de incredulidad creo que no se lo esperaba.

—¿Qué me acabas de decir estúpida cuatro ojos? — Se me iba a lanzar encima, cuando una mano la detuvo, alguien la tomo del brazo y la aparto de mí, juro que sentí que el aire me faltaba, y que el lugar se hacía tan pequeño, es un chico tan alto que tengo que casi inclinarme para poder verlo bien, solo veo su cabello rubio como él y si creía que era impresionante su voz hace que mi interior se derrita como gelatina.

—¡Basta Lena! Ya te dije deja de molestar al resto, después te preguntas por qué no me interesas como mujer y con este tipo de actitudes me confirmas que es lo mejor que hago, que es no interesarme en ti de ningún modo y jamás lo haría, el tipo de mujeres como tú solo sirven para una cosa y por más que sea hombre no me interesas ni para un rato.

La suelta para luego inclinarse a ayudarme a recoger mis libros al mismo tiempo que sin darse cuenta yo lo hago también, cuando nos vimos cara a cara era como si el mundo dejara de girar, y sus ojos se posan en los míos y esa sonrisa termino de derretirme por completo.

—Hola, soy Sebastián Rentería mucho gusto.

—Yo este yo Vanessa Parker, es un gusto — Y limpio mi mano que ya estaba sudando, cuando su mano y la mía se sintieron juro que era como si un rayo hubiera caído sobre mí, ¿Cómo alguien que recién conoces te puede hacer sentir algo como esto? Con un solo apretón de manos.

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