Nos divertimos en el bar del hotel, papá se quedó en su recámara, yo me fui a acostar pasada la una de la mañana. La pasé increíble, saber de Roland y que no me puso los cuernos mientras estábamos juntos me llenó de satisfacción.
Papá tocó la puerta, estaba lista, y le abrí, no he dormido por pensar en volver con él, a mi regreso de Panamá lo buscaré. Los que dieron guerra para salir fueron los novios. Imagino que para ellos la noche continuó un par de horas más. Y cuando por fin abrieron ninguno se había arreglado.
—Les tocó viajar sin bañarse, debemos estar en media hora en el aeropuerto, andando.
—¿Qué? —Me eché a reír al verlos correr de un lado al otro en la habitación.
—¿Por qué no nos llamaron antes?
—Mi papá se cansó de llamarlos, nos espera abajo.
—¿No vamos a desayunar?
Luz Marina se reía de ver la situación, en tiempo récord se arreglaron, bajaron conmigo. Se tomaron un café con pan. El vuelo no tuvo contratiempo y no cabía de la emoción. El tiempo lo cura y a pesar d