Capitulo XII

Y así de repente en mi cabeza se instalaron imágenes de él, de lo que Pierre quería contarme.

Vacío... Eso es lo que hay en mi interior, un inmenso y doloroso vacío.

Ya se lo que quiere decirme.

Incontrolables lágrimas salen de mí.

«Fortaleza Ámbar, que no se te forme el nudo en la garganta» me repito en mi mente.

Pierre me miraba pero su mirada solo confirmaba lo que ya intuía.

— ¿Está muerto? — solté en un hilito de voz.

Silencio.

Un silencio arrollador inundó la habitación.

— Está... — inspiró fuerte — Perdido en batalla. — confesó al final.

No hay nada, el vacío invadió mi cuerpo.

Mis piernas se sienten pesadas.

Mis lágrimas son las únicas que se mueven en caída libre hasta aterrizar en la sábana de la cama.

— Me informaron de su situación hace dos semanas, cuando dejaron de tener comunicación con el.

Estaba hablando pero no lograba poner en orden ninguna de sus palabras.

— El alto mando, por previa orden, se comunicó conmigo para darle la respuesta a la familia y me di
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