—Lo siento, lo siento... por favor, no lo menciones. Si él llega a saber que he dicho algo, mi familia morirá, por favor... por favor... —Leviatán sacó su arma y lo apuntó a la frente.
—Él no matará a tu familia, los has matado tú. —Sin remordimientos jaló el gatillo y disparó entre sus cejas. —Quemen los cuerpos, estos bastardos nos han dado información útil. —Sacando el móvil marcó el único número que jamás marca cuando está trabajando.
—¿Si?
—¿Dónde está ella? —Preguntó alejándose de sus hombres.
—Está por reunirse con su hermano, ¿Qué sucede? —Leviatán sintió un poco de alivio.
—Nada, asegúrate de estar siempre a su lado. —Tras cerrar la llamada, tiró el móvil desechable al fuego que sus hombres provocaron para quemar los cuerpos.
***
El hombre miró un punto fijo, lleno de amargura y frustración. El odio en él incrementó al escuchar el parloteo del imbécil frente a él.
—Leviatán sabe exactamente cada paso que nuestros hombres dan. —Miró a su jefe y trató de no limpiarse el sudor de