Jeison quitó la aguja y se levantó, yendo a la zona de maternidad.
Recorrió todo el hospital hasta que finalmente encontró a Nadia parada frente a las puertas del ascensor.
—Nadia, espera.
Nadia lo miró durante varios segundos, observando su cara llena de golpes, hasta que finalmente lo reconoció.
Retrocedió dos pasos, protegiéndose el vientre.
—¿Qué te pasó?
—Mi cuñado estaba de mal humor y me trató como su saco de boxeo. ¿Y tú, ya estás a punto de dar a luz?
Jeison miró su barriga y, de repente, su tono se suavizó.
—La ira de mi cuñado pasará, es el único hijo de la familia Hester, no lo van a dejar desamparado.
—Nadia, te he ayudado mucho con lo de mi cuñado. Ahora que Bellona no está, la única persona que puede hablar bien de mí con él eres tú.
Nadia sonrió.
—Mientras seas sensato, todo se puede arreglar. Siempre recompensaré a los que me hacen un favor.
—¿Y ahora adónde vas?
—Voy a hacerme un ultrasonido en el piso 17.
—Entonces, ¿solo una planta más arriba? —Jeison miró hacia el