Capítulo 342
Javier sonrió y dijo: —Este sabor es el que más le gusta, jefa, toma la comida para perros cuando vuelvas a casa.

Lorena asintió y vio que había una lujosa perrera preparada al lado, que parecía la versión enana de una casita de campo.

Dirigió a Javier una mirada de satisfacción y luego llevó al cachorro al despacho.

El cachorro dejó de quejarse cuando estuvo lleno y se dio la vuelta perezosamente, mostrando su redonda barriguita y haciendo pucheros con la lengua.

Lorena lo miró feliz y no pudo resistirse a acariciarlo.

Miguel empujó la puerta y miró a Lorena sin trabajar seriamente, enarcó una ceja.

Estaba a punto de soltar un sermón cuando Lorena levantó al cachorro, —Él es tu tío.

Miguel se acercó a ella sin aliento, miró al cachorro y no pudo evitar soltar una risita, —¿Se supone que tengo que preparar un regalo para él?

Lorena se rio y cogió la patita del cachorro para tocarle la mano, —¡Gracias al tío!

Miguel rio, pero cooperó acariciando al perro.

Sin embargo, el cacho
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