Tenía un sabor amargo en la boca, me dolía la cabeza y me sentía fatal por no recordar lo que había pasado en la noche con ese hombre.
Me levanté de la cama y envuelta en la sábana porque no encontraba mi ropa por ningún lado, busqué a mi acompañante por toda la habitación, me moría de vergüenza, quería salir de ahí corriendo, pero así desnuda como estaba no era una buena idea.
Tenía que llamar a Melo para que fuera a buscarme y me llevara algo de ropa. Entré en el baño y me lavé la boca, para quitarme ese sabor tan desagradable, me avergoncé al imaginar que había vomitado por la sensación en mi garganta.
Alguien llamaba a la puerta y temí que fuera ese hombre, aunque era extraño, porque era seguro que él tenía la llave de la habitación.
Fui a abrir y me sorprendí