Giovanni tomó una respiración profunda antes de tocar la puerta de la casa de los padres de Mia. El día anterior, mientras Mia tomaba una siesta, había llamado a Vincenzo para acordar una cita con él y con su esposa. Él le había dicho que lo esperaban por la tarde.
Ese día había terminado el trabajo en la oficina temprano y luego se había dirigido directo hacia allí. Cuanto antes terminara con lo que había ido a hacer, sería mejor. Si llegaba tarde al departamento, Mia se mostraría curiosa y él no quería mentirle.
—Señor Giovanni —lo saludó la ama de llaves en cuanto le abrió la puerta y lo invitó a pasar con una mano.
Él le respondió con un escueto movimiento de cabeza y entró al interior de la casa.
—Los señores lo esperan en la sala. Pase, por favor.
La mujer esp