―¿Seguro que este es el baño de la habitación privada de Derek?Un golpe, un grito desgarrador, risas y silencio. Todo ocurrió en una fracción de segundo, arrebatándome las palabras de la boca.En definitiva, esta es la habitación privada de Derek.Estuve tentada a girar el polmo, pero Carlos me detuvo la mano con un susurro cargado de miedo.―¡No te asomes, por favor! No puede saber que estamos aquí ―Al darse cuenta que me tenía agarrada, me soltó como si estuviera envuelta en llamas. Sus mejillas se sonrojado al instante y agachó la cabeza.No hice ningún comentario y quise apartar cualquier pensamiento que delatara mis sospechas sobre su comportamiento. Sí me engañaba a mí misma, podría llegar a engañarlo a él.«¡Porque es imposible que yo le guste!» me dije a mí misma.E
―¿No hay forma de ver lo que está ocurriendo del otro lado?―No, señora.La curiosidad me mataba.Me tuve que conformar con escuchar a través de la puerta. Llegó un punto en que todos comenzaron a gritar insultos, lanzar platos, botellas. La habitación estaba inundada con sonidos diversos, ninguno bueno.Distinguí las súplicas de mi padre y el llanto de mi madre. Por un segundo, tuve el impulso de entrar en la habitación.Sentí un pinchazo en el pecho.Menee la cabeza. No podía estar sintiendo nada por ellos, no luego del odio que juré tenerles. Y en especial, porque hace unos minutos no sentía nada por ellos.¿Era un instinto de cría?Se detuvieron. No más gritos, no más insultos ni súplicas.Temí lo peor.Creo que me estaba sintiendo más culpable por el hecho de no sen
Me tomó del brazo, pegándome a su cuerpo―Te ves horrible con esa ropa mugrienta. Tenemos que quitarte eso.―No ―gruñí, luchando nuevamente contra su agarre, pero no había mucho que pudiera hacer con solo una mano.―Necesitas cambiarte para poder ir al hospital.Fruncí el ceño.―¿Hospital?―Estuviste recorriendo los conductos, afincando tu brazo lastimado. Necesitas ir a urgencias ―Pese a que lucía molesto, seguía predominando la preocupación.Supongo que luego que el médico me revisara, vendría la reprimenda de mi vida.Consiguió soltar otro botón.―¡No! ―grité, asustada. Fue un chillido cargado de pánico.No quería que me desnudara frente a Carlos. No lo consideraba un pervertido, pero jamás se conoce por completo a una persona.¿Y si se asomaba a través
Dejé escapar un alarido al sentir como mordía la zona que conecta mi cuello y hombro.Mi mente se estaba dejando llevar por las sensaciones. Pese al estado de mi brazo, en estas semanas, Derek me daba placer con su mano o lengua cuando no tenía puesta la medio de comprensión. Ya era un anhelo diario para mí llegar a la hora del baño para…¡Dios, bendito!Si este hombre me abriera las piernas en estos momentos, le dejaría hacerme lo que fuera.Estaba perdiendo la razón. Hace unos minutos estaba aterrorizada por ser vista por el hombre en la bañera, pero en estos momentos, me daba lo mismo. Que débil soy ante el deseo y la lujuria.Sus manos viajaron a la redondez de mis pechos, jugando con los pezones hasta que estos se endureciendo. Disfrutaba de tirar de ellos a través de la tela.Liberé un jadeo de satisfacción, que fue recibido por la s
••Narra Derek••El infeliz se resistía bajo el agua, usando sus manos para echarse para atrás, pero era inútil. Lo tenía agarrado de la parte posterior del cuello y nuca. Me aseguré de hundir mis dedos en su piel. Nuestra diferencia de fuerza era evidente.Él era solo un renacuajo que luchaba contra mí.Mis zapatos y pantalones fueron salpicados con agua, pero no me podría importar, menos. Lo único que me importaba era saber que ese hombre estuvo a solas con mi mujer, con Erika. Este imbécil gustaba de ella, era un buitre esperando la más mínima oportunidad para tomarla y no lo iba a permitir, Erika era mía, ya la había convertido en mi mujer y nadie podría separarnos.Los gritos de Erika no tardaron en llegar.Trataba de apartarme con su mano buena, sin embargo, moverme era un desafío para ella. No eran más que
••Narra Derek••―Por supuesto que no.―¿Lo intentó?―No.―¿Te dijo algo fuera de lugar?―Que no.―¿Alguna proposi…?―¡Que no! ―gritó, frunciendo el ceño―. Y tú sabes perfectamente que no sería capaz de hacerlo. Solo estás buscando alguna excusa para lastimarlo y no sé porque.―¿No sabes? ―hablé con los dientes apretados―. Ese hombre te desea, por más que se niegue a decírtelo. Te desea a ti, a mi esposa, a mi mujer. ¿Qué más razones necesito para querer lastimarlo? También puede contar el hecho de traerte hasta aquí a través de los conductos con tu brazo en ese estado.―¡Yo le ordené que lo hiciera! No te puedes molestar con él por eso.―Ay, ya lo sé ―dije con falso humor―. Créeme, también estoy molesto
••Narra Erika••Al entrar en aquella habitación, sujeta de la mano de Derek, me sentí intimidada.La mirada de la multitud cayó sobre mí. Todos los ojos masculinos me veían con indiferencia o simplemente me pasaban por alto, como si no se atrevieran a verme directamente.¿Por qué?La última vez que entré aquí, me pregunté: ¿Cuál es la función de estas personas? ¿En qué consistía su labor? ¿Simplemente observaban y se reían de las atrocidades que se cometían? ¿Era la forma de Derek de ejercer presión psicológica sobre sus víctimas? ¿Su manera de humillar? Porque si de golpear se trataba, solo necesitaba a tres o cuatro personas.Me dirigió al centro de la habitación, las personas se abrían pasó ante él.No pude
Traté de relajarme y respiré profundo, apartando ese día y escondiéndolo en lo más recóndito de mi cerebro.Preferí pensar en otra cosa, como el hecho que en cualquier momento Derek se levantaría y les daría una paliza por ingratos.―¿Saben que los tenemos grabados en video? Tengo el material suficiente para hundirlos en la miseria.Mi madre, tan prepotente como siempre, intervino:―Venga ya, ¿vas armar tanto jaleos por unos huevos de decoración?―Esos huevos de decoración, como usted lo llama, fue un regalo de la realeza y tienen un valor de millones de dólares. ¿Lo olvidaron? ―habló Derek, con seriedad.Mis padres se miraron el uno al otro, mostrando nerviosismo. Inclusive pude escucharlos tragar saliva.―¿Me van a decir dónde están o se los tengo que sacar a golpes? ―insistió mi esp