No sabía que hacer, estábamos encerrados en una habitación sin ventanas, cuya única forma de salir, sería enfrentando a los ladrones armados.
―Derek, no hay forma de salir ―La sentencia me supo mal en la garganta.―Escóndete ―Culminó, con voz severa.Miré a todos lados. Mis compañeros estaban igual de paralizados que yo. Nadie sabía que hacer ante lo inevitable.«¡Piensa, Erika! No dejes que el miedo distorsione tus ideas».La habitación estaba demasiado iluminada, tendría que encargarme de eso.―Apaga el televisor y apaguen sus ordenadores. Quiten la barricada y acomoden todo ―Me miraron sin entender nada―. ¡Muévanse!No sé qué tan autoritaria soné, pero todos trabajaron a la velocidad de la luz. Cada segundo contaba.Me sorprendía que aquellas personas que parecían ciervos deslumbrados frente a un coche, estuvieran actuando al pie de la letra, sin vacilar.―¡Deben esconderse, yo me encargo de