Decidió dejar de acechar en las sombras como una acosadora e hizo notar su presencia, a lo que de inmediato el rey se puso rígido y la volteó a ver con ojos amplios.
—Regresaste —murmuró con incredulidad y ella rodó los ojos.
—Claro, ni que fuera a abandonar a mi hija aquí contigo —ironizó con frialdad—. ¿Cómo se comportó hoy? ¿No hubo problemas? —Amaba a su chiquita, pero sabía que podía ponerse un poco intratable, más si ella no estaba cerca.
—No, en absoluto. —Sonrió un poco, viendo con adoración a la niña—. Ella es un ángel.
—Sí, lo es. —En eso estaban de acuerdo.
Se arrodilló junto a la silla de ruedas y tendió los brazos para tomar a la niña, mirando de reojo la sonrisa suave de Tristan, antes de carraspear y hacerle una mueca de exigencia para que le devolviera a su bebé.
–Dámela, tengo que alimentarla, debe tener mucha hambre. —La había alimentado mucho en la mañana antes de irse y probablemente le habían dado leche de las reservas que trajó, pero obvio seguía necesit