El silencio que reinaba era desconcertante, solo el rugir del viento era lo único que podía escuchar. Estaba sola, o al menos eso pensaba. Trago en seco ¿Cuánto tiempo llevaba en ese lugar? Tenía sed, y eso era un problema, si no se alimentaba se debilitaría. Debía intentar escapar.
—Tengo que hacerte unas preguntas Victoria. Eduard entro sin tocar en la habitación de la rubia.
—Que sorpresa tenerte en mi cuarto ¿Qué deseas?
—Ya debes estar al tanto de la desaparición de mi mujer.<