Necesitaba confiar en él, pero de solo pensar que le encajaría los colmillos en el cuello le ponía los vellos de punta. Ya había visto el tamaño y grosos de esos dientes y no eran para nada pequeños. La hizo girar reclamando sus labios en un tórrido beso desenfrenado. Mientras le desgarraba la ropa salvajemente.
—Tienes serios problemas con desnudar a una mujer.
—Solo contigo los tengo. Respondió metido en el hueco de su cuello.
Tomo las nalgas de elizabeth elevándola del suelo, ella estaba completamente desnuda y vulnerable. De su cuerpo en la cama acomodándose en medio de ella. Podía escuchar los latidos de su corazón, cada vez iban en aumento. Su piel ardía en deseo, a pesar de oler e