Capítulo 28 —El postre
Jordan:
Cuando vi a Ginebra, entrar en mi oficina y acercarse a mí, con paso firme, y, dado lo que le había hecho la noche anterior, me preparé para recibir como mínimo una bofetada. Pero, para mi sorpresa, me corrió del escritorio y se acercó muy peligrosamente para hablarme.
—¿Qué te parece una cena entre tú y yo? Esta noche, en mi casa, con velas un vino costoso y como postre; una intensa faena de se*xo —y luego agregó —tu juguete de anoche, me dejó con ganas de más y necesito de tu café anti resaca
Estuve tentado de arrancarle la ropa, tirarla sobre el escritorio y ahí mismo follarla, pues, para ese entonces, mi miem*bro se había hinchado de una manera, que me dolía. Pero, cuando me dijo que quería cumplir mi fantasía sex*ual, de vestirse con porta ligas y gafas, jugando a la secretaria, casi me corro. Así que cuánto se fue y pude calmarme, llamé a mi secretaria para que viniera a mi oficina
—¿Qué necesita, señor Sinclair?
—Sí, Aurora, necesito que me ayudes