Peñaflorida estaba compuesta de grandes e interminables cadenas montañosas y, algunos de sus pequeños pueblos eran realmente remotos y muy difíciles de encontrar.
Cuando Daniela escuchó esto, no pudo quedarse quieta: —¡Vamos de inmediato!
Después de revisar la ubicación del pueblo, decidió alquilar un coche y conducir directamente hasta allí.
Eustaquio, algo preocupado por que fuera sola, pidió permiso en la comisaría y decidió acompañarla personalmente.
Daniela, mientras subían y bajaban montañas, se esforzaba grandemente por mantenerse tranquila.
Desde que Renata fue hospitalizada, la tarea de buscar a su hermano recayó por completo en Daniela.
Había pasado por varias experiencias similares de reunificación.
Llamarlas reunificaciones era muy exagerado, en realidad solo consistía en observar a distancia.
No importaba si podía reconocer a la persona, siempre hacía el respectivo viaje.
El cielo comenzó a tronar, y cuanto más se adentraban en las montañas, más oscuro se volvía.
Eustaquio