118. Enlace

Emanuele no pudo dormir ni comer bien durante los días siguientes.

Lo único que pudo hacer la niña, y ante la enorme insistencia de Joshua, que la cuidaba siempre que podía, fue echarse unas siestas y, muy a regañadientes, meterle comida en el estómago. Siempre intentaba estar lo más cerca posible, a pesar de que necesitaba trabajar.

Con el dinero del seguro, Joshua no pudo recuperar casi nada del viejo piso, así que optó por comprar muebles nuevos y decorar el piso de Alexandra, o mejor dicho, su piso. Hacerlo, sin embargo, le pareció inútil e incluso irrespetuoso, ya que el momento actual era de luto, no de celebración.

Cuando el hombre se disculpó por su actitud, Emanuele se limitó a encogerse de hombros y a seguir mirando algún punto fijo de la pared.

No dormían juntos. Cada uno se quedaba en su habitación la mayor parte del tiempo. Joshua intentaba acercarse físicamente, pero se contentaba con abrazarla y acariciarla respetuosamente para reconfortarla. No era el momento de acerca
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