Julian Anderson tenía los ojos muy abiertos hacia su ordenador. Era temprano en la mañana y el sol se filtraba en su oficina por el gran ventanal. Una vista digna de la oficina del presidente de la empresa.
-¿Esto es real?- cuestiono Tessa a su lado. O mejor dicho, James, su fiel asistente.
-Al parecer… -expulsa el aire que no sabia que estaba conteniendo – sí.
-¿Cómo?
-No lo sé- admite – el usuario es anónimo. -lo piensa – quizás tengamos a alguien ayudándonos
-¿Nuestro ángel guardián?
-Quien sabe…-murmura confundido
-Pero esto es bueno – se lo hace notar
Julian no permite emocionarse -No sé cómo se lo tome Adam
-Debería estar feliz – indica Tessa
-Si. Bueno. Posiblemente. -cierra su ordenador – olvidemos este tema por un momento, hay trabajo que hacer
Entonces “James” asintió. Pues aún tenían una gran pila de trabajo. Aquellos que estaban muy atrasados por tantos días que se habían tomado de descanso -quizás necesitemos un café- murmuro ella.
***
Adam, por el contrario, llegaba tard