XXXI. Mandaré a que corten tu lengua venenosa
Exactamente como me temía, convirtieron mi habitación en un salón de belleza y luego me hicieron modelar varios outfits hasta el cansancio. Juro que la próxima vez, me pondré lo que sea y ya.
El más emocionado era Carlos, que no paraba de dar sugerencias y hacerme cambiar de prendas una y otra vez ¡Lo odio!, solo por hoy.
Ya casi a la hora de irnos a la cena, fue que pude despedirme de todo el equipo de “Nuestra Belleza Latina”, como los nombró Carlos y por supuesto del propio Sisi, que hoy estaba hiperactivo.
La Sra. Pembroke tocó la puerta del cuarto, para avisarme que ya Ethan me esperaba abajo, miró mi atuendo y asintió al parecer satisfecha, con el resultado.
Caminé por el pasillo en dirección a la escalera y me puse un poco nerviosa por si le agradaría a Ethan mi atuendo. Hoy no lo había visto en todo el día, primero, porque él estaba trabajando y después, porque yo estaba ocupada acicalándome.
Llevaba un elegante vestido de Versace en seda negra con detalles de encajes y pe