V. Accidente en la isla
Finalmente, estamos en la isla donde pasaremos nuestra tan esperada luna de miel.
Edward me dijo que no me preocupara, que el abogado haría su trabajo y todos mis agravios serían vengados.
Lo primero y más simple, que era una disculpa, me la dieron muy superficialmente, pero traté de olvidar ese mal momento y concentrarme en vivir mi matrimonio.
Quedé encantada por la increíble playa de arena, blanca fina.
La villa estaba casi sobre el mar y supuestamente estábamos casi solos en la isla.
Solo en compañía de los guardaespaldas, las personas del servicio, que tenían sus propias casas y algunos pescadores.
- Anastasia, puedes acomodarte como quieras, necesito ir al despacho a atender unos asuntos que tuve que dejar pendientes y te acompañaré en un rato- me dijo Edward, dándome un fugaz beso en la frente y marchándose a la oficina de la villa.
Miré su espalda en retirada y por mucho que intentara justificarme, era muy obvio que desde que empezamos este viaje juntos, mi esposo ha estado de