—¿Qué estás diciendo, niña? —Lorenzo se sorprendió.
Ximena no quiso repetir esas palabras. Al darse la vuelta para irse, Lorenzo la detuvo y, señalándola, preguntó:
—¿Me estás asustando a propósito? ¡Eres muy astuta! ¿Pensabas que con amenazar con el divorcio dejaría de presionar a Lisandro para que