Desde las escaleras, Lisandro la observaba mientras disfrutaba de la comida en la sala. Su rostro mostraba un creciente disgusto.
Anna, con cautela, le recordó a Ximena en voz baja:
—El señor está mirando, señora.
Ximena, entonces, notó la mirada intensa y afilada que la seguía desde arriba.
Sin de