Ximena bajó la mirada y después de pensar un momento, dijo lentamente las palabras que seguían.
—Puedo comprarla yo.
—Pero...
Ximena arrastró las últimas palabras, soltándolas lentamente.
—Solo ofreceré ochenta mil.
—¿Qué?— Rebeca elevó su voz de repente.
—¿Hay algún problema? ¿Demasiado poco?
—¡Xim