—Ellas no están aquí. Este lugar es tu tumba, —habló Arturo con voz ronca y arrogante, con el rostro cubierto.
—¿Quieres matarme? —preguntó Ximena, retrocediendo un paso, observando al hombre corpulento frente a ella.
—Todavía no lo sé, sigo órdenes, —Arturo bajó la vista al teléfono, como esperando