—Señorita Sánchez, —José soltó una carcajada—, la verdad es que te engañé. Solo quería llevarte a dar un paseo, a ver los alrededores. Ayudarte a despejar la mente. Volvamos ahora. Ya es tarde, no hay luz alrededor y el camino es peligroso.
José arrancó el coche, dio la vuelta y se dirigió de regres