Se levantó y regresó al lado de Mariana, tomando su mano fría.
—Despierta ya, ¿cuánto tiempo más planeas dormir? ¡Qué pereza! —dijo suavemente.
Marcela, perdiendo el apetito, limpió la mesa, sintiéndose culpable por el estado de ánimo de Ximena. Sabía que Ximena dejaría a Yolanda en paz por ella, pe