—Mateo, dime, si ahora mismo nos hundiéramos en el río, ¿crees que tu papi volvería para salvarnos?
Elena miró el río frente a ella, con una determinación helada en sus ojos. Mateo, con el corazón palpitando con fuerza, intentó abrir la puerta del auto, pero no podía desbloquearla.
—¡Mami, no hagas