Ambos decidieron dirigirse al jardín del hospital.
Ximena, con las fuerzas escurriéndose, se dejó caer en una banca. El informe de paternidad estaba hecho un bollo en su mano, aferrándolo como si fuera su único salvavidas.
—Debes decirle a Andrés —sugirió Lisandro.
—Es un hombre y, por dolorosa que