—Mejor hablemos en persona —añadió Mariana antes de colgar.
La incertidumbre invadió a Ximena, que apretaba con fuerza los brazos de la silla.
Elevando la mirada hacia el jardín, observó a Felicia jugando en el columpio, pidiendo que la empujaran más alto, mientras Lisandro la cuidaba con ternura y precaución.
Aquella escena conmovedora le picó los ojos a Ximena.
Por un instante, creyó ver un parecido entre Felicia y Lisandro.
Podría haber sido un simple juego de sombras o quizá su mente le